Montaña rusa emocional: navegar tiempos complejos

 

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio.” Charles Darwin

Si alguien puede hablar de gestión emocional con propiedad esa soy yo. Hablo en primera persona no porque sea un modelo de ello sino porque es un desafío que me ha acompañado desde niña. He vivido en carne propia el desmoronamiento de relaciones personales y profesionales cuando, en piloto automático, permití que algunas emociones me secuestraran y gobernaran mis acciones. Luego vino el amargo arrepentimiento. Con dolor aprendí que gestionar emociones no es ignorarlas, sino abrazarlas y darles su espacio.

Más de una vez me ha tocado liderar equipos desconcertados ante cambios de rumbo violentos e inesperados. Los mandatos son ambiguos, las metas se difuminan y las emociones están a flor de piel. En esos casos, el equipo te mira buscando claridad y dirección... pero también contención. ¿Cómo liderar cuando uno mismo está inmerso en una montaña rusa emocional?

En los tiempos inciertos que nos está tocando vivir, donde la realidad parece desafiar nuestras certezas, las emociones fluctúan como una montaña rusa: miedo, rabia, tristeza, alegría efímera y, a veces, una extraña mezcla de todas. En este contexto, la gestión emocional no es un lujo, sino una necesidad. No se trata de "controlarlas" sino de aprender a navegar en ellas con sabiduría.

Este artículo nace desde ese lugar. Un espacio donde las emociones, lejos de ser un obstáculo, se revelan como recursos estratégicos para lograr los mundos que queremos.

Cerebro y emociones: una conexión poderosa

La neurociencia ha demostrado que nuestras emociones están profundamente ligadas a la actividad del sistema límbico, particularmente la amígdala, que actúa como un radar emocional. Cuando percibimos amenaza, la amígdala se activa, desencadenando respuestas automáticas de lucha, huida o parálisis.

Sin embargo, gracias a la plasticidad cerebral, podemos gestionar mejor nuestras emociones. La práctica de la meditación, la atención plena, la respiración consciente y el autoconocimiento pueden ayudarnos a fortalecer la conexión con la corteza prefrontal, responsable del pensamiento racional y la toma de decisiones. Algunos estudios han encontrado indicios que emociones como la gratitud y la compasión activan circuitos neuronales asociados al placer y la resiliencia, permitiéndonos afrontar mejor la incertidumbre y el cambio.

Las emociones como brújula

“El corazón tiene razones que la razón no entiende” decía Blaise Pascal. Cada emoción es una brújula que apunta hacia necesidades profundas, juicios e interpretaciones que hacemos de la realidad. Gestionar nuestras emociones no es dominarlas, sino reconocerlas como señales que nos invitan a reflexionar y actuar con consciencia. Si aprendemos a escucharlas sin juzgarnos, podemos transformar la impulsividad en serenidad, el miedo en confianza y la rabia en determinación.

Aquí te presento algunas de las emociones básicas de las cuales derivan todas las demás y lo que nos señalan:

  • Miedo: Aparece para mostrarnos que algo valioso está amenazado. Nos protege del peligro y nos demanda precaución, preparación, aumentar nuestros recursos personales. Si se instala como estado emocional puede llevarnos a la parálisis y al control excesivo.

  • Rabia: Nos conecta con la dignidad y nos moviliza para defender lo que consideramos justo. Nos pide acción y límites. Es una emoción clave para actuar con determinación, sostener conversaciones valientes y saber decir “No”. Ahora bien, la rabia desbordada puede llevarnos a arrasar con todo y dañar a otros o a nosotros mismos.

  • Tristeza: Nos indica que algo valioso para nosotros ya no está. Permite procesar las pérdidas y reconfigurar nuestra vida. La acción que demanda es interioridad, duelo y reflexión. En el extremo nos lleva al desánimo y a la resignación.

  • Alegría: Nos conecta con la energía vital y la creatividad, pero si abusamos de ella puede llevarnos a la trivialidad o al exceso.

Cinco capacidades clave de la Inteligencia Emocional

Cada emoción es una puerta que podemos abrir con conciencia para entendernos mejor y actuar con intención. En su libro “La Empresa Consciente”, Fred Kofman nos muestra cinco capacidades de la inteligencia emocional que considero fundamentales:

  • Autoconsciencia. Sentir nuestros estados internos, reconocer lo que nos pasa en el cuerpo y ponerle nombre a la emoción. Es la capacidad de decir: "En este momento siento frustración en el pecho".

  • Autoaceptación. Aceptar lo que sentimos sin juzgarnos ni reprimirnos. La lucha contra la emoción solo la refuerza. Ser compasivos con nosotros mismos, entendiendo que todas las emociones son válidas-

  • Autoregulación. Evitar el secuestro emocional que nos lleva a actuar impulsivamente. Respirar profundamente antes de reaccionar, tomar una pausa, y reflexionar antes de responder.

  • Autoindagación. Preguntarnos qué nos está mostrando esa emoción. Entender y cuestionar las historias y creencias que la sostienen. Por ejemplo, si sientes miedo, preguntarte qué creencia sobre ti mismo o la situación lo está alimentando.

  • Autoexpresión. Actuar de manera alineada con nuestros valores, propósito e integridad, eligiendo respuestas conscientes.


Navegando los estados de ánimo para el cambio y el aprendizaje

Las emociones son predisposiciones para la acción y afectan la forma en que pensamos, decidimos y actuamos. Nos abren o nos cierran posibilidades. En entornos organizacionales, son tan contagiosas como poderosas. Gloria Flores en "Aprender a aprender" nos habla de la navegación de los estados de ánimo como metahabilidad esencial. Aprender no es sólo adquirir conocimientos, sino también transitar emociones que nos permitan cambiar.

Existen estados de ánimo expansivos que facilitan el aprendizaje y otros que lo dificultan, por ejemplo:

  • Resentimiento vs. Aceptación: El resentimiento nos ata al pasado, impidiendo avanzar; la aceptación nos permite seguir adelante.

  • Resignación vs. Ambición: La resignación nos deja sin energía ni impulso; la ambición nos lleva a buscar nuevas posibilidades y crecer.

  • Miedo vs. Confianza: El miedo limita nuestras acciones y nos paraliza; la confianza nos invita a explorar y tomar riesgos calculados.

Además de gestionar las propias emociones, algunas prácticas han apoyado a muchos de los líderes que acompaño:

  •  Escuchar emocionalmente: Prestar atención no solo a lo que se dice, sino también a las emociones y los silencios, "desde dónde" se dice. Escuchar con mente y corazón abiertos. Implica estar plenamente presente y ser capaz de percibir el estado emocional del otro más allá de las palabras.

  •   Cuidar la energía emocional: Proteger el equilibrio interno a través de la gestión de la energía, el descanso adecuado y el cuidado de las relaciones. Ser líder no significa sostenerlo todo, sino elegir dónde poner tu presencia, foco e intención.

  • Normalizar la vulnerabilidad: Permitir que los demás vean que no siempre tenemos respuestas pero que estamos presentes para acompañar el proceso. Cuando un líder se atreve a decir “no sé, pero estoy aquí”, aparece la humanidad y florece la confianza.

  •  Aprender a rediseñar estados de ánimo: Quizás la responsabilidad más importante de los líderes sea cultivar en sus equipos emociones generativas que impulsen el logro de los resultados, como la curiosidad, el entusiasmo, la gratitud y la ambición.


Elegancia emocional en el liderazgo

La elegancia emocional refiere a la capacidad de estar presentes, gestionar y expresar emociones con dignidad, respeto y serenidad en medio de la dificultad. Se trata de ser capaces de transitar nuestras emociones sin perder el eje. Es el equilibrio entre lo que vivimos internamente y lo que elegimos proyectar hacia los demás.

Esta capacidad es clave en contextos inciertos, donde la serenidad del líder puede marcar la diferencia entre movilizar al equipo o generar más incertidumbre. Desde esta postura, el líder no solo gestiona sus emociones, sino que inspira a otros a hacer lo mismo.

Pasa por preguntarnos cada día ¿Quién quiero ser en las dificultades?, ¿Cuáles emociones quiero integrar para sostenerme y apoyar a otros?

Liderar es también un acto espiritual. Es, antes que nada, un viaje hacia adentro. Es generar espacios donde la humanidad y el logro puedan convivir.

Consultoría de cabecera

Un abordaje integral y a medida para la transformación organizacional

 
Arianna Martínez Fico
Especialista en gestión del cambio y transformación cultural organizacional
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